Vale que los que residimos en este barrio tan 'pichi' tengamos que aguantar más de dos años con la Glorieta de Embajadores hecha unos zorros, vale que es el segundo verano consecutivo (¿o el tercero?) que nos cierran la línea 3 de Metro de junio a septiembre.
Vale que estamos rodeados de obras por los cuatro costados
(literalmente: Puente de Praga M30-Atocha-Glorieta Embajadores- Paseo de las Delicias), vale que en estas condiciones nuestro Ayuntamiento aproveche para 'parquimetrizarnos' todo el barrio, sin excepciones ni anestesia, qué más da.
Incluso podríamos aguantar que nos coloquen todos los viernes y sábados por la noche un 'megacontrol' de alcoholemia con toda su parafernalia porque, bueno, a fin de cuentas, dormir con el techo iluminado por las luces azul-giratorias de los coches de la Policía Municipal puede tener hasta cierto morbo.
Pero lo que no es ni medio normal es que una o dos veces por semana (entre las 12 y las 14 horas más o menos), nos instalen otro control policial dedicado única y exclusivamente a intentar que mi calle entre en el Guinness de los atascos. Y lo que ya me aniquila el sentido del humor es ver que en dicho control sólo se detiene a ciudadanos extranjeros, furgonetas, ciclomotores y .... la última novedad...¡coches tuneados¡ ¡Manda 'c.j.n.s'!
PD: Olvidaba señalar que, el lugar en el que nuestros intrépidos policías municipales instalan los controles de tráfico citados, se haya ocupado el resto de las 24 horas del día por una macro parada de yonki- taxis (cundas, en lenguaje académico).