por Willosby » Lun Jun 30, 2008 15:16 pm
La otra cara de la Eurocopa:
El Mundo online:
ISABEL DÍAZ
29 de junio de 2008.- Vivo en la zona de Alonso Martínez y la noche del triunfo de España contra Rusia, volvía a mi barrio para dejar el coche. En la misma plaza de Alonso Martínez había mucho tráfico porque la gente caminaba desde la Plaza de Colón por medio de las calles de Génova, Almagro, Sagasta...
No podíamos avanzar en ningún sentido y, mientras, el gentío se colaba entre los coches. La mayoría de esta gente iba borracha, medio vestida, dando gritos y, lo que es peor, perdiendo el control. Comenzaron a subirse en nuestros coches, a romperles los faros, a saltar en los techos, a zarandearlos (casi vuelcan un Mini con gente dentro), a abrir las puertas de los taxis...
Con la inquina de querer y no poder, un chaval se apoyó en una barandilla y con los dos pies a la vez intentaba destrozarme la ventanilla del conductor. Si llega a conseguirlo, a estas horas estaría en un hospital con la cara llena de micro cristales. Para colmo, los semáforos se ponían en rojo, verde, rojo, verde... pero no avanzábamos y el odio contra los conductores no paraba. Empezaron a votar encima de los techos de algunos automóviles, a seguir agitando otros... Estábamos rodeados de una masa que sabes que a la mínima te puede linchar, por lo que no puedes ni siquiera protestar.
De verdad que sentí miedo físico en pleno Madrid. Gracias a Dios iba acompañada, porque esta gente se viene arriba con los más débiles. Cada vez odio más estas celebraciones de fútbol, no hay día de partido de España que no estén los retrovisores de los coches de la zona de Colón destrozados.
Se olvidan de los vecinos, de que ahí vive gente a diario. No sólo es insoportable el ruido, los cláxones, los gritos, las botellas y los plásticos por el suelo... ahora tenemos miedo físico. Espero que el Ayuntamiento sepa cuidar de los vecinos el próximo domingo, no quiero ni pensar qué será de nosotros cuando acabe el encuentro con los alemanes...
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J.G.
23 de junio de 2008.- Una victoria de la selección española debería convertirse en una fiesta para todos, sobre todo si no hay nadie dispuesto a estropearla. Pero ayer alguien decidió reventarla, con dosis de porras y pelotas de gomas, y yo tuve la mala suerte de estar en medio.
Fue después del partido de España, entre la plaza de Colón y Cibeles, donde se suponía que uno podría celebrar el triunfo de España. Pero la fiesta se quedó a medio camino porque la Policía Nacional empezó a cargar indiscriminadamente a todo lo que se movía. Parecía como si la consigna fuese "dar al de rojo".
En cuanto vimos a la gente correr hacia nosotros, nos dimos la vuelta y pusimos pies en polvorosa. Un policía me cazó por detrás y me dio dos porrazos en la espalda. Al minuto, cuando parecía que todo había pasado, otro furgón de la Policía paró delante, bajaron dos antidisturbios y volvieron a cargar contra nosotros, sin mediar palabra, y esta vez en la cabeza. Mi novia y yo tenemos dos brechas en la cabeza y la espalda amoratada.
¿Se supone que estos hombres son los que velan por nuestra seguridad? Pues entonces que alguien me explique qué hace un descerebrado armado con una porra y un casco pegando a gente que no ha hecho nada, cuyo único delito fue estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
Cuando una marea roja de gente con banderas y bufandas se cruza con otra marea azul armada con porras, mal asunto. Seguramente más de uno se ganó los palos, pero estoy también seguro de que la mayoría de los que ayer recibimos algún porrazo no habíamos hecho nada malo. Y lo peor de todo es que seguramente no sirva de nada la denuncia que he puesto. Para estas cosas la Policía tiene total impunidad, carta blanca para pegar al que se mueva, y mejor no protestes, porque entonces el moratón puede convertirse en una costilla rota.
