Análisis del GP de Alemania:
Justo un año después de su terrible accidente, Felipe Massa sintió otra vez un mazazo golpeándole la cabeza con violencia, a gran velocidad, hiriéndole gravemente el espíritu. Hace un año en Hungaroring fue un amortiguador; esta vez en Hockenheimring ha sido la radio del equipo Ferrari: “Fernando Alonso es más rápido que tú”. Y se acabó. Otro fin de semana negro para el brasileño, como hace un año. Jean Todt, de dar órdenes a imponer multas.
Redacción TheF1.com - Héctor Campos
Es curioso que sea Jean Todt, el mismo que espetaba nervioso y alterado por la radio de Ferrari a Rubens Barrichello, casi fuera de sus casillas, aquello de “¡por el campeonato, Rubens, por favor! Deja pasar a Michael”, el que haya tenido que multar ahora a Ferrari por las órdenes de equipo en el Gran Premio de Alemania 2010. La Fórmula 1 ha cambiado desde entonces, y también su reglamento.
Es curioso que Fernando Alonso, Felipe Massa, Stefano Domenicali y todo Ferrari, en general, cometieran el error tan evidente de hacer lo que hicieron el pasado domingo, porque sabían que iban a ser penalizados de una u otra manera, sabiendo que Massa no estaba por la labor de colaborar de forma disimulada.
Que Felipe sólo quisiera darle la mano a Fernando tras bajarse del coche, y que respondiera al abrazo del español de forma tan distante, fría e inexpresiva recordó a Rubens Barrichello, cuando su contrato le obligaba a dejar pasar a Michael si era por el bien común del equipo.
Ferrari no fue penalizada cuando Jean Todt le pidió a Rubens por la radio explícitamente que dejara a Michael adelantarle, porque entonces sí se podía hacer. Curiosamente, fue penalizada porque el bueno de Michael, en una demostración de arrepentimiento mediático, le cedió el primer escalón del podio a Rubens. Eso rompió el protocolo establecido, y la Scuderia tuvo que pagar una multa. El coste de la multa de este año, todavía, no la hemos conocido en toda su expresión.
Decepción
Es duro pensarlo, y más todavía escribirlo, pero lo que uno siente en estos momentos es decepción. Porque aunque es normal que España se paralice por la selección española de fútbol, o para apoyar a Nadal o a Contador, por alguna extraña razón parece pecado declarar públicamente que uno admira a Fernando Alonso.
Pero superado sin ningún tipo de complejos este sano “alonsismo” moderado que nunca nos ha cegado a la hora de valorar una carrera, nadie nos podrá acusar de falta de objetividad: siempre hemos apoyado las maniobras magistrales del asturiano, pero también hemos criticado sus errores.
Pero cuando la polémica es tan peliaguda como su adelantamiento sobre Felipe Massa en el Gran Premio de Alemania… Posicionarse en su contra en un medio de comunicación español es pecado. Pocos periodistas españoles (por no decir ninguno hasta el momento) lo han hecho ni lo harán.
A la hora de la verdad, uno sabe que sigue la Fórmula 1 desde hace muchos años antes de que este gran piloto (que nadie lo dude) llegara a pisar un asfalto. Y es que uno puede buscar mil explicaciones, puede sacar excusas de donde sea, puede mitigar lo ocurrido y quitarle importancia, puede buscar precedentes, puede justificar lo que sea, echar la culpa a otros… Pero nunca antes, jamás, una victoria de Fernando Alonso había causado tan nimio impacto en el corazón del que suscribe.
Cuando cruzó la línea de meta en primera posición mis pulsaciones eran las mismas que cuando veo derretirse un cubito de hielo en un vaso de Coca-Cola Zero. Incluso una segunda posición merecida habría tenido una mejor respuesta cardíaca.
Una carrera prometedora
La carrera se presentaba quizá como una de las más bonitas de la temporada: tras una espectacular salida, con Sebastian Vettel cerrando hasta el límite de la legalidad a Fernando Alonso contra el muro, el asturiano pudo deshacerse de él magistralmente en la primera curva. Para entonces Felipe Massa había tomado la delantera fácilmente: Sebastian le abrió la puerta de par en par en su empeño por emparedar a Fernando, y Felipe sólo tuvo que pisar el acelerador. Pero ni eso supo hacer bien: al llegar a la primera curva se salió de la pista. Ahí habría terminado su carrera, pero como la escapatoria está absurdamente asfaltada, la aprovechó incluso para acelerar y asegurarse la primera posición.
No vamos a entrar (¡otra vez!) en el tema de las escapatorias asfaltadas (llevamos hablando de ello casi en cada artículo desde hace tres o cuatro años), pero resulta absurdo ver cómo los pilotos no sólo no salen perjudicados, sino que las usan para rodar más rápido inventándose trazadas. Eso es lo que hizo Massa, que demostró que era más lento que Alonso en las sucesivas vueltas. Entonces empezó lo que podría haber sido una carrera para recodar.
El principio del fin
El ritmo del español era ligeramente mejor que el del brasileño. Eso le permitió ir recortando distancia poco a poco. El momento más precioso se vivió cuando los dos Ferrari llegaron a toda velocidad a un pelotón de doblados. Mientras Massa los adelantaba, Alonso aprovechó para intentar robarle la cartera. La llegada a la orquilla, con varios doblados adelantándose entre ellos, fue increíble.
Fernando llegó a superar a Massa, pero el brasileño conservó el interior de la curva y Fernando no pudo culminar su maniobra. En la siguiente curva Alonso metió el morro, pero ni había sitio suficiente ni el brasileño estaba por la labor de ponérselo fácil. Fernando no arriesgó, temeroso de producir un accidente que arruinara todo el fin de semana y un doblete prácticamente asegurado.
Entonces lo que podría haber sido un histórico duelo entre compañeros de equipo durante toda la carrera se transformó en un episodio lamentable: Fernando dijo por la radio que la situación era ridícula. Hay gente que piensa que un toque entre ambos pilotos (como los Red Bull en Turquía) habría sido patético. Pero no me imagino a Ayrton Senna cediéndole el lugar a Alain Prost (o viceversa) cuando ambos competían en McLaren, hace bastantes años, simplemente porque uno era más rápido que otro y no podía adelantar en pista, o para evitar un accidente entre ellos.
Es posible que sus luchas indignaran en su época a sus respectivos seguidores, pero firmaron episodios en la historia de la Fórmula 1 realmente apasionantes, auténticos y reales, dando sentido a esta competición. Al final esto es cuestión de opiniones, pero cuando Felipe Massa finalmente accedió a dejarse adelantar, muchos millones de aficionados a la Fórmula 1 sentimos que nos habían estafado: esperábamos un duelo sobre la pista, una lucha vuelta a vuelta, un adelantamiento de Fernando trabajado… y nos quedamos sin él.
Y uno comprende que nuestras palabras hieran la sensibilidad de los más acérrimos seguidores de Fernando Alonso, pero en ningún momento dudamos de su enorme calidad como piloto, de sus magistrales manos ni de su pericia al volante. Pero por encima de todo, igual que en Valencia, no queremos carreras manipuladas. Y que otros las manipulen no justifica que Ferrari también lo haga. Sobre todo porque ni Fernando Alonso ni Ferrari lo necesitan. Y menos la Fórmula 1.
Lo tuyo es puro teatro
Hablábamos de que los medios españoles no criticarán esta victoria abiertamente. Y de hecho, de momento, los grandes medios no lo han hecho (sólo algún comentario correcto en el periódico AS, exculpando siempre a Fernando y acusando a Domenicali).
Pero es más esperpéntico aún ver cómo echan la culpa a Felipe Massa por no haber sido más disimulado al dejar pasar a Alonso en plena recta, por sus monosilábicas respuestas a los medios, por su cara larga en el podio, por (en definitiva) no haber hecho teatro. Pero ¿alguien se ha metido en su piel? Iba a ganar la carrera justo un año después de su terrible accidente.
Es cierto que Vettel estaba al acecho y que no era el más rápido sobre la pista, pero esa no es una condición imprescindible: Alonso retuvo en Imola a un poderoso Michael Schumacher durante doce vueltas, conteniéndole hasta la misma meta; Massa podría haber hecho lo mismo. ¿Y por qué no? ¿Y qué se si escapa el campeonato a final de año? Felipe todavía tiene opciones a ganarlo y está en su derecho de luchar por él.
Tan centrados estábamos en la guerra interna de Red Bull que no nos dimos cuenta de que Ferrari está peor. Que Felipe Massa deje pasar a su compañero de equipo en plena recta ha sido calificado como una maniobra poco disimulada. En su propio país, hace pocos años, simuló un derrape un tanto teatral para perder tiempo y que Kimi Räikkönen (entonces su compañero de equipo) ganara el mundial; entonces nadie dijo nada, nadie se quejó, la FIA no investigó nada.
El teatro fue disimulado, acompañado por las paradas en boxes, y Felipe sacrificó una victoria delante de su afición en pos del equipo. No tenía nada que perder. Pero esta vez era diferente y al brasileño no le apetecía hacer teatro. Él es el menos culpable de todos. Si de algo se le puede culpar, en todo caso, es de haber hecho caso a su equipo, en vez de seguir en primera posición y ganar la carrera hasta el final.
Si es verdad que no existen órdenes de equipo, como aseguran en Ferrari, nadie podría recriminarle nada. Hoy, en vez de esta desagradable situación, estaríamos hablando del regreso de Ferrari con un imponente doblete esperanzador.
El espíritu de Barrichello
Pero si hablamos de pilotos poco disimulados, hay que recordar a Rubens Barrichello ralentizando el ritmo en la última curva de la última vuelta en el Gran Premio de Austria de 2001 (cuando las órdenes de equipo estaban permitidas) para dejar que su compañero de equipo, Michael Schumacher, le adelantara. Lo hizo igual que Massa el domingo: para que se viera que lo hacía aposta, que él podría haberle contenido, luchando si hacía falta.
Barrichello cedió el segundo puesto, pero al año siguiente en el mismo circuito la escena se repitió, aunque esta vez por la victoria: Rubens frenó en la misma línea de meta para que Michael ganara la carrera. Schumacher ganó por 0,182 segundos de diferencia sobre su compañero de equipo, apenas un coche de diferencia. La situación desembocó en lo que prácticamente por unanimidad se consideró como una auténtica farsa, una tomadura de pelo, un escándalo, una bochornosa vergüenza…
El ruido atronador de todas gradas silbando fue demoledor, el público completamente enfadado y abucheando… Fue patético. ¡Y entonces sí estaban permitidas las órdenes de equipo! Cierto que Ferrari y Schumacher tenían el mundial al alcance de la mano y esas maniobras no eran necesarias, pues los campeonatos los tenían prácticamente en el bolsillo (no como ahora), pero la situación en esencia es la misma: obligar a un piloto a renunciar a una victoria merecida para cedérsela a su compañero de equipo.
Lo importante es cómo se gana
No son las únicas órdenes de equipo en la historia de la Fórmula 1, en absoluto. En 1998, por ejemplo, David Coulthard dejó pasar a Mika Häkkinen en Australia en la recta principal. Hay mensajes en clave menos explícitos que los de Ferrari en cada carrera, en el pelotón, que la FIA ni siquiera se molesta en prestar atención.
Somos conscientes de que son muchas las personas las que trabajan por la victoria final del año, que es necesario establecer prioridades, una estrategia común, como ocurre en otros deportes sin que sea pecado (como en el ciclismo, por ejemplo). Pero en última instancia lo que nos pedía el cuerpo el domingo, como desde hace décadas, era una bonita lucha deportiva sobre la pista entre dos compañeros de equipo en la máxima expresión del automovilismo mundial.
Y que nadie se moleste: Fernando Alonso es un grandísimo piloto, al que admiramos y seguiremos admirando. Este no es su fin, ni ha perdido todo el prestigio, como algunos aseguran. Michael Schumacher ganó tres campeonatos mundiales después del caso de Austria y nadie puede dudar de que su talento está por encima de los episodios con Barrichello anteriormente narrados.
Nosotros no vamos a insultar a ningún piloto, ni a faltar el respeto a Ferrari, pero tampoco nos movemos por patriotismos absurdos para negar evidencias. “Ni negro del todo, ni del todo blanco; entre los extremos siempre hay más espacio”, dijo un tal Adolfo Cabrales.
Seguimos confiando en Fernando, en que volverá a demostrar su talento deportivo durante muchos años, demostrando que no necesita ni órdenes de equipo ni radios para adelantar a un compañero de equipo. Hungría, en menos de seis días, será una buena oportunidad. Nosotros le apoyaremos, por supuesto. Y es que, como el propio Fernando asegura en un anuncio televisivo, lo importante no es ganar, sino cómo se gana.
FUENTE:
http://www.thef1.com